Estos días varios medios de comunicación han publicado la noticia de que un equipo de investigadores españoles ha trazado el mapa de la microbiota bacteriana en la leche materna. ¡Y se han encontrado con más de 700 especies de bacterias en ella!
¿Qué quiere decir esto? Hay que tener en cuenta que la leche que toma el recién nacido de su madre es uno de los factores que determinan cómo será la flora bacteriana que se desarrolle en el bebé. Sin embargo, todavía no está claro cuál es el papel concreto de estas bacterias, por lo que serán necesarias más investigaciones para saberlo.
El tema de descubrir qué componentes tiene la leche materna trae de cabeza a los investigadores desde hace años. Uno de los motivos no es ni más ni menos que hallar la forma de crear fórmulas artificiales que alimenten a nuestros hijos de la manera más parecida a lo que sería si fuesen amamantados. Luego venden eso que es «parecido» como algo que puede «sustituir».

Foto: Nancy Wight.
Sin embargo, todos sabemos que un sustituto nunca va a resultar igual que un original. Nadie duda de que las imitaciones no tienen el mismo valor que los originales. ¿En qué punto nos dio por pensar que en el caso de la leche materna sí que es así? ¿Cómo podemos equiparar la leche artificial, que no es más que una serie de polvos que tienen como base la leche de vaca, a los que se añaden, se quitan y se ponen más polvos, con un elemento vivo como la leche materna que, además, tiene una composición totalmente adaptada a los requerimientos nutricionales del que la consume? ¡Es como comparar la comida congelada con tener un cocinero en casa que te prepare el menú con alimentos de temporada y teniendo en cuenta tu estado de salud!
En nuestra labor como asesoras encontramos muchas personas que piensan que da igual una cosa que otra y consideran que defender que no es cierto resulta un tanto radical. Y sorprende. Realmente es chocante encontrar personas que opinan que un sucedáneo puede sustituir al original. Y que lo digan con absoluto convencimiento…
Noticias como la que da pie a esta entrada reflejan esa verdad innegable: la leche de fórmula es una imitación de la leche materna, no la mejora (pues la tiene como modelo a seguir) sino que trata de emularla, ergo, es peor que la leche materna. Y no hay más.
La leche artificial está para cuando no hay otra opción posible, pero no debería ser una opción que se situara al mismo nivel que la materna.
Por otra parte, para redundar en el tema, dentro de la misma noticia, viene otro hallazgo que es de sumo interés y que casi pasa desapercibido: la influencia del tipo de parto en la lactancia.
Hasta ahora cuando se hablaba de parto y lactancia se comentaban cosas como que las intervenciones durante el parto pueden dificultar el establecimiento de la lactancia, pero nunca se había analizado y comparado la composición de la leche materna en mujeres que habían tenido partos diferentes. El equipo halló que la leche producida por mujeres sometidas a cesáreas programadas era más pobre en microorganismos que las que tuvieron un parto vaginal. Sin embargo, cuando la cesárea no es programada, la composición de la leche materna es muy parecida a la que producen las mujeres que han tenido un parto vaginal. Según declaraciones de los investigadores, «la falta de señales de estrés fisiológico, así como de las señales hormonales propias del trabajo de parto, podrían influir en la composición y en la diversidad microbiana de la leche materna».
Sería interesante, ya que comentan el tema de las señales hormonales, que se realizasen nuevas investigaciones que analizaran en detalle de qué manera influye la administración de oxitocina intraparto en la composición de la leche materna. A este respecto, hace un tiempo nos hacíamos eco de un artículo de Ibone Olza sobre los efectos de la oxitocina intraparto en el sistema nervioso central y en la conducta social, parental y sexual; en él quedaba patente de qué manera afecta la instrumentalización del parto en nuestro desarrollo a nivel psicológico.