Al Presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, Dr. José María Lailla:
Esta vez sí que usted a logrado que de la comprensión y la apertura al diálogo pase yo a decir BASTA.
En largas reflexiones he tratado de sugerirle un poco de apertura en su pensamiento, aún cuando, vuelvo a recordarle, usted me utilizó ante sus colegas para ejemplificar la «irresponsabilidad» de las mujeres que se animan a querer ser protagonistas de sus propios partos. Su última respuesta (que por respeto no haré pública) me ha demostrado que mi esfuerzo no sirve para tratar de hacerle entender el cambio de los tiempos.
Desde la S.E.G.O. se rieron públicamente de patologías que interfieren con el derecho a disfrutar del sexo, del parto, de la intimidad, de la salud… de la vida!
Se han reído de patologías que a muchas mujeres les condiciona enormemente la calidad de su día a día y con esta risa, proveniente de un humor que usted considera «jovial y divertido» han ofendido a un gran porcentaje de la población que debería sentirse amparada por los profesionales de la asociación que usted representa.
Usted sigue aferrado a su ego y a su miedo, defendiendo una reputación y un puesto. Sigue pensando exactamente lo que le dijo ayer a Julia Otero en Onda Cero: está ofendido y para usted las viñetas siguen siendo “joviales y divertidas”… Entonces ¿qué les dice usted ahora a los medios? ¿Que de pronto cambió de opinión y las viñetas no le causan ninguna gracia porque la S.E.G.O. está que se desmorona?
Busco en las noticias y veo «el comunicado» al que usted se refiere:
«Ante la polémica surgida por la difusión de unas viñetas humorísticas, la actual Junta Directiva de la SEGO está analizando el contenido, expresividad y mensajes tanto directos como indirectos, así como posibles interpretaciones que pudieran ofender de alguna manera la imagen de la mujer«, afirma la SEGO.
NO!!! Ni siquiera tiene la sinceridad como para decir eso. A usted las viñetas le siguen pareciendo la mar de graciosas, las fotos de mi parto le siguen pareciendo un ejemplo de irresponsabilidad maternal y artística y seguirá teniendo a TAMPAX como auspiciante de la web porque aunque contaminan el medio ambiente y ponen en riesgo de Shock Toxémico a las mujeres, a los médicos les regalan bolis y libretas en los congresos. Pero acomodará su discurso sin perder su soberbia y orgullo como para que las aguas se calmen y nadie lo mueva a usted de su banquito y las pacientes no molesten a sus colegas con preguntas incómodas.
La polémica se desató el lunes. Hoy es viernes. Recién ahora van a «analizar el contenido».
¿Es que todos los otros mortales tenemos que esperar el veredicto de la S.E.G.O. en reunión de urgencia, para ver si es justo o injusto que nos ofendamos si se ríen de las patologías que afectan la vida propia y/o de personas amadas?
¿Usted vió el reportaje de la Sexta? Una periodista a pie de calle mostraba a la gente las viñetas y todas las personas entrevistadas entendían de inmediato que sí, que ofenden. Nadie dijo: «espere periodista, déjeme analizarlo y luego le contesto».
¿Es que acaso de tanto ver «partes» de mujeres se han olvidado de hablar con ellas? ¿Es que ni usted ni sus colegas han tenido la humildad de hablar con sus madres, tías, esposas, hijas, señoras que limpian sus casas o dependientas de panadería para preguntar qué piensan ellas sobre este tema? ¿O es que como no escuchan tampoco les interesa?
También su comunicado dice:
«cualquier interpretación distinta a ésta, debería considerarse fuera de lugar y no respondería a la realidad del comportamiento de los profesionales de la ginecología ni de la Sociedad Científica que nos representa».
No hace falta ser un erudito para interpretar las viñetas. Le recuerdo, no son sutiles. Son burdas y directas.
Usted no parece dispuesto a ejercitar la empatía para entender el sentir de las mujeres que padecen las patologías «divertidas» de las viñetas (la obesidad, el HVP, el prolapso uterino, etc.).
Tampoco parece comprender lo poco gracioso que debe resultar a médicos y comadronas no intervencionistas, que acompañan a las mujeres desde la confianza y el respeto y luchan para conseguir que el sistema sanitario pueda amoldarse a los cambios que exije la época, ser retratados en estas viñetas como médicos «fiesteros» que beben y fuman mientras las mujeres gritan desde la cama.
Usted es fruto de un tipo de educación anacrónica, de un entorno específico y tiene una reputación a defender que termina siendo un impedimento para la comprensión, la apertura, la autocrítica.
Sin embargo, considero que este tipo de debate es sumamente necesario tanto a nivel social como médico y mediático. Estas viñetas han servido para validar las experiencias de muchísimas mujeres que en revisiones ginecológicas, en legrados y en partos, han salido sintiéndose como un trozo de carne.
Finalmente, ver que un ginecólogo las retrata de la misma manera en las que ellas se habían sentido, y que un montón de ginecólogos se ríen y festejan ese sentir, es una confirmación de que lo que han vivido es real y aún más doloroso por la ligereza («jovialidad y diversión») con la que desde la S.E.G.O. se considera el caso.
Para finalizar, me atrevo a hacerle un último comentario. Las mujeres que hoy son madres, las mujeres que hoy se ofenden con estas viñetas publicadas en la gaceta de la S.E.G.O., las mujeres que están dando difusión al tema en búsqueda de una atención más humana, son mujeres que en su mayoría tienen un nivel de educación elevado, un nivel informático altísimo, un poder y claridad de comunicación envidiable y un grado alto de solidaridad y asociación con las experiencias de mujeres en inferioridad de condiciones.
Físicamente, su colega puede retratarnos como quiera, pero se ha equivocado mucho con el perfil intelectual que nos ha dado. Estas mujeres esperamos una disculpa pública, pero no una disculpa política, porque no estamos esperando un perdón fácil.
Lo que queremos es un trato basado en el respeto y no pararemos hasta que lo obtengamos.
Viendo que no parece usted resolutivo, yo intentaré por otros medios que la S.E.G.O. cambie rápido, no sea que siga siendo igual de anacrónica, interesada, despótica e irresponsable cuando mi hija tenga que entrar a la consulta de ginecología.
Profundamente desilusionada,
Ana Alvarez-Errecalde