Los medios de comunicación dicen que cuesta unos 8.000 euros, pero la crianza puede ser casi gratis o mucho menos costosa, potenciando estos elementos:
- Lactancia materna exclusiva al menos hasta los seis meses.
Nada que añadir a esta recomendación de la Organización Mundial de la Salud. Nos ahorramos chupetes, biberones, calienta biberones, sucedáneos de leche, agua… Los bebés además reciben la alimentación perfecta, siempre a su disposición en la cantidad exacta, la temperatura perfecta y estéril, ecológica y respetuosa con el medio ambiente.
No hay envases, ni desechos, ni sobrantes. Les proporciona además protección contra la diarrea, gastroenteritis, leucemia, infecciones, otitis y otras muchas enfermedades. Les hace llegar un montón de sustancias protectoras y vacunas naturales. Gastaremos menos en médicos y medicinas pues gracias a la lactancia estarán más sanos.
- Más lactancia materna, combinada con otros alimentos, hasta al menos los dos años y luego todo el tiempo que madre e hijo deseen.
Esto también lo recomienda la OMS. Con lactancia materna durante los años de la primera infancia nos podemos olvidar de leches de crecimiento e incluso de lácteos, adaptados o no. Los beneficios de la leche materna no disminuyen con la edad del niño, y mientras mame, los seguirá recibiendo. No olvidemos que ningún otro mamífero consume la leche de otro animal, nosotros tampoco necesitaremos dársela al niño disponiendo de la mejor de todas. Y si surgen problemas se puede acudir a grupos de apoyo a la lactancia, como los de SINA, de asistencia gratuita, formados por madres voluntarias.
- Alimentación natural. Las papillas de cereales industriales adaptadas, los zumitos, los potitos… no son opciones necesarias. Es mucho más barato y sano darle al bebé una alimentación natural. Especialmente nos referimos a los cereales industriales, a los que se “enriquece” con azúcar y que, aunque cómodos, no son lo único que se puede ofrecer al bebé. Por ejemplo, en la etapa en la que no se debe dar gluten podemos hacer tapioca, sémola de arroz o maíz cocidos, que son más naturales y sanos, además de baratos. Y después, optar siempre por comidas preparadas por nosotros mismos.
Portabebés en vez de carritos, etc., al menos durante los primeros meses.
- Pañales lavables (de tela) en vez de los desechables, o combinar ambos tipos. Hay que hacer una inversión inicial, pero duran para siempre. La cantidad de pañales convencionales que vamos a usar suman una cantidad astronómica y son caros, además contaminan mucho. Los de tela se adaptan a medida que el niño crece y son mucho más respetuosos con la piel del bebé porque no llevan tantos productos químicos, así que nos ahorramos también irritaciones y cremas.
- Higiene. La ropita y los pañales de los niños no se deben lavar con cualquier detergente, porque las sustancias químicas que contienen les pueden causar irritaciones o alergias. Tampoco se debe usar suavizante, que además es un producto contaminante. Se puede optar por productos más respetuosos: un ejemplo son las nueces de lavado, que duran muchísimo, dejan la ropa muy suave y no contienen productos químicos perjudiciales. Y en cuanto a la higiene personal ¿que tal si nos bañamos juntos? La limpieza y la diversión están aseguradas. También podemos usar esponja y aceite de oliva para limpiar el culito del bebé, en vez de toallitas de usar y tirar.
- Colecho como el 80% de los niños del mundo. No hacen falta cunas, ni cucos, ni hamaquitas, ni colchas, protectores, ni muñequitos que les hagan compañía. Dormir con el bebé mejora su sueño y nuestro descanso, favorece la lactancia materna, crea un ambiente nocturno apacible. Los bebés humanos han compartido la cama con sus padres desde hace milenios y los niños actuales sólo necesitan lo mismo para dormir felices.
- Compartir el mobiliario, carrito, ropa, juguetes… con amigos o familiares: ¡los niños crecen muy deprisa!. También podemos: comprar lo indispensable, aceptar regalos o préstamos de otras familias cuyos niños son un poco mayores, no cegarnos por las marcas, elegir ropa que no importa que se estropee y de colores y tejidos resistentes (los más pequeños deben explorar el mundo sin preocuparse de si se manchan o arrugar la ropa). Una red de madres prestándose ropa o las cosas en excelente estado de las tiendas de segunda mano son una alternativa que ayuda a nuestro bolsillo y contribuyen al consumo responsable.
- Alquiler de algunos objetos.
Criar al bebé principalmente en casa o por familiares cercanos y no pagar a terceras personas. Incluso en países como el nuestro, donde estamos tan lejos de bajas maternales respetuosas con la crianza, existen alternativas a largas horas de guardería temprana: excedencia, media jornada, abuelos, niñera, turnos con la pareja, crianza colectiva (una mujer cuida 2-3 niños juntos)… hay tantas opciones como personas. Los dos primeros años son de gran trascendencia para el desarrollo físico-emocional y la separación de madres-bebés es contraria a las necesidades mamíferas de leche y de contacto físico continuo.
- Juguetes y libros. A todos nos encantan, tenemos tantos… pero destrozar la cera de una vela o unir unos palillos con plastilina también nos han hecho pasar tardes estupendas. Un cubo con agua y la tierra del parque, olvidándonos de si nos manchamos, también nos pueden proporcionar muchísima diversión. Usemos la imaginación y pasemos todo el tiempo posible tirados en el suelo, jugando o sencillamente a la disposición del niño. Para ellos, nuestra compañía y nuestra atención son el mejor juguete. También podemos frecuentar las bibliotecas, existen en casi todas las localidades. Un libro hermoso es un amigo para siempre, pero visitar las bibliotecas y leer esos cuentos serán experiencias maravillosas, con muchas cosas para descubrir, y gratis.
Fuentes: SINA, El Blog alternativo, Bebés y más